miércoles, 30 de noviembre de 2016

El Sacerdocio Diocesano (Discerniendo una Vocación - Parte 6)




El Sacerdocio Diocesano

Por el Sacramento de Órdenes Sagrados, el sacerdote llega a ser identificado y configurado a Cristo.  Puede decir que: “Ya no vivo yo, sino Cristo vive en mi” (Gál 2, 20).  El sacerdote es una imagen viva de Cristo Sumo Sacerdote, Cristo el Buen Pastor y Cristo el Novio de la Iglesia.  Él encuentra su identidad en celebrar los “Sagrados Misterios” – es decir los Sacramentos – sobretodo la Santísima Eucaristía, y en proclamar la Palabra de Dios.  Si no tiene una comunidad religiosa propia y aun frecuentemente vive solo, es para que forme del pueblo encomendado a su cuidado pastoral una auténtica comunidad Cristiana de fe, esperanza y caridad.  Pore so, el enfoque del sacerdote diocesano es la parroquia: es el campo del Señor en que trabaja.  Por fin, cada sacerdote es icono vivo de Cristo, Novio de la Iglesia.  Él representa a Jesús a la gente que es Su esposa.  El párroco acompaña a su pueblo en sus alegrías y tristezas, en sus esperanzas y en sus sufrimientos.  Es por eso que solo los varones pueden ser sacerdotes: únicamente ellos pueden representar adecuadamente este aspect del misterio nupcial.  También es pore so que la Iglesia les pide a los sacerdotes diocesanos el celibato: para que puedan imitar a Cristo en entregarse con todo el corazón al servicio de su pueblo.

Los sacerdotes diocesanos no pronuncian votos, pero sí hacen promesas de castidad y obediencia a su Obispo y son llamados a vivir en el espíritu de pobreza.  Sin embargo, reciben su propio sueldo y tienen mucha más libertad e independencia que tendrían, por ejemplo, los religiosos en arreglar su horario de oración y actividad apostolic y dirigir los asuntos de la parroquia y los detalles de sus vidas personales.  El “misticismo” del sacerdocio diocesano consiste en la identificación de sí mismo y la union con Cristo mediante la celebración de los Sacramentos y el entregarse en servicio y pureza del corazón a su rebaño.


“Los presbíteros son, en la Iglesia y para la Iglesia, una representación sacramental de Jesucristo cabeza y pastor, proclaman con autoridad su Palabra; renuevan sus gestos de perdón y de ofrecimiento de la salvación, principalmente con el Bautismo, la Penitencia y la Eucaristía; ejercen, hasta el don total de sí mismos, el cuidado amoroso del rebaño, al que congregan en la unidad y conducen al Padre por medio de Cristo en el Espíritu.  En una palabra, los presbíteros existen y actúan para el anuncio del Evangelio al mundo y para la edificación de la Iglesia, personificando a Cristo, cabeza y pastor, y en su nombre” (Papa San Juan Pablo II, Pastores Dabo Vobis, no. 15).


P. Heraldo José Brock, C.F.R.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario