Al Señor le gusta quitar piedras
En Nueva York, Inglaterra y Nicaragua nuestros
frailes ayudan en los retiros llamados “La Viña de Raquel” (Rachel’s Vineyard)
para mujeres y hombres que sufren por el pecado del aborto en su pasado. En el comienzo del retiro cada participante
recibe una piedra. Hay que llevar esa
piedra consigo dondequiera que vaya - a
la cena, al baño, a la cama – hasta que esté listo para aceptar las palabras
del Señor a la mujer sorprendida en adulterio.
“Tampoco yo te condeno.” O mejor decir cuando ellos estén listos para
aceptar que “Nadie te condena”- ni las otras personas en el retiro ni aun la
persona misma.
Esta imagen es poderosa. Es algo que Dios quiere hacer mucho – quitar
las piedras. Él quiere remover piedras
de nuestros corazones como nos dice por el profeta Ezequiel. Él les ordenó que quitaran la piedra del
sepulcro de Lázaro. Él le quitó las
piedras de acusación a la mujer sorprendida por los fariseos, y quitó la piedra
grande de su propio sepulcro. ¡Es
evidente que quitar piedras sea un pasatiempo preferido del Señor!
Es importante que podamos distinguir la voz de una
buena conciencia y la voz de condenación.
La primera es del Espíritu Santo, El Consolador, que nos ayuda en
reconocer la verdad de nuestros pecados en la luz de la misericordia perfecta
del Padre. La segunda voz es del
Acusador, el enemigo, que nos tienta con la desesperación y las mentiras como “No
puedo ser un hijo amado de Dios. No puedo recibir el perdón. No vale el
esfuerzo.” El Señor les ayudó aun a los
fariseos en reconocer sus pecados con sus palabras “Aquel de Uds. que esté
libre de pecado, que tire la primera piedra.”
Es interesante que los mas viejos (en griego, los “presbíteros”) fueran
los primeros en reconocer sus pecados.
Espero que nosotros sacerdotes todavía seamos los primeros en reconocer
nuestros pecados. Además, espero que
nuestro ministerio les dé la misma esperanza a los casi condenados – que ellos
puedan comenzar de nuevo como la mujer que escuchó las palabras de libertad:
“Ahora vete y no vuelvas a pecar.”
¡Que el Señor misericordiosísimo le quite las piedras
en su vida también, y le dé la esperanza y la paz!
P. Ricardo, CFR
No hay comentarios.:
Publicar un comentario