Lavar los
pies
Una
historia pequeña sobre el tema de lavar a los pies de nuestros hermanos:
Tenemos la
costumbre de leer las admoniciones de San Francisco para nuestro examen de
conciencia en la capilla antes de las completas (la oración de la noche).
Una vez
cuando yo era director de los postulantes en el Bronx, estaba leyendo la
admonición siguiente para los frailes:
“’No vine
para ser servido, sino para servir’, dice el Señor. Los que han sido constituidos sobre otros,
gloríense de tal prelacía tanto como si estuviesen encargados del oficio de
lavar a los pies de los hermanos. Y
cuanto mas se alteren por quitárseles la prelacía que el oficio de lavar los
pies, tanto mas atesoran en sus bolsas para peligro del alma.
Pero en
este momento, cuando estaba leyendo la parte sobre “lavar los pies”, miré abajo
a los pies del postulante, llamado Mark, en frente de mí, y de repente tuve el pensamiento “¿estás
loco?” porque este postulante tenía pies
muy feos y sucios. Y el pensamiento me
golpeó tan fuerte en mi mente que paré de leer la admonición. Y cometí el error de explicar a los otros “lo
siento, acabo de ver a los pies de Mark.”
Y con esto todos los frailes no pudieron continuar con las completas,
por las risas. (¡Entonces fueron
“incompletas!”)
En verdad,
no sabemos los pies que tengan que lavar.
No podemos decir “solo voy a lavar a los pies de mis amigos, o a los
pies de los agradecidos, o a los pies que huelen bien.” Hay bastantes oportunidades cada día en la
vida comunitaria para que cada miembro lave a los pies de otros. Usualmente es contagioso en una dirección u
otro. Cuando pienso “¿estás loco? No puedo hacer esto”- pero mi hermano trae el
agua y la toalla, haya la posibilidad decir “Esta bien. Y puedo hacerlo
también.” Y mas que todo, porque el Señor
del universo nos dio el ejemplo.
Que pase
una buena celebración de la pasión, la muerte, y la resurrección del Señor.
P. Ricardo,
CFR
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