En los
brazos de María
En este mes
del Mayo cuando celebramos el día de las madres, celebramos especialmente el
amor de nuestra madre celestial, la Virgen María, que nos cuida también. Ella tiene interés por el bien de todos los
hijos de Dios. Aun podemos decir que ella cuida por nosotros con su intercesión
por nuestras madres terrenales, que ellas tengan las fuerzas necesarias para
ayudarnos en nuestras necesidades. Cuando las madres no pueden cuidar a sus hijos
por razón de edad o enfermedad, la madre de Dios da la fuerza a los hijos para cuidar a sus madres. (Aquí
en Honduras hay un buen testimonio en la cultura para cuidar la madre anciana
en la casa de sus hijos.
Yo soy un tipo de converso a la Madre de
Dios. Es porque tuve una experiencia de
conversión en una iglesia protestante cuando tenía trece años. Yo era católica y asistía a la misa los
domingos con mi familia, pero no tenía mucho interés hasta ese momento. Después de ese día empecé a preguntar mucho de las cosas espirituales pero leí más
obras protestantes que católicas. Por
eso en el colegio, cuando un amigo mío me dijo que si yo no creía en la Inmaculada Concepción y la Asunción de la Virgen María no sería yo un católico,
yo le respondí “Entonces, no soy
católico.” Pero, gracias a Dios, en la
universidad estudie' más teología católica que me llevo' a una fe más profunda
y católica, una apreciación por los sacramentos, la iglesia católica, y la
Madre de Dios.
Es razonable pensar que el Señor que nos
dio los mandamientos, debía seguirlos más perfectamente, incluyendo “honrarás a
tus padres.” (No podemos imaginar el joven Señor Jesu's diciendo a sus padres
“Yo escribió los mandamientos, no tengo que obedecerlos.”) Tiene sentido que Él
quería dar a su madre los buenísimos dones de Dios, como la libertad del
pecado. También es evidente que el Señor
y su madre no tienen competición. Cuando honramos al hijo honramos a la madre,
y cuando honramos a la madre honramos al Hijo.
En los brazos y en las primeras miradas del
amor en los ojos de la madre, el bebe entiende que es amado. El Señor Jesucristo experimento’ eso en los
brazos de su madre. Que asombroso para
ella mirar en los ojos de su bebe que era también su Creador. Ella tuvo esa experiencia única, sin embargo
fue una peregrinación en la fe, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica.
San Francisco de
Asís honraba mucho a la Madre de Dios, especialmente por su humildad y
pobreza. Él honraba a ella como la imagen de la iglesia en su perfección. Por eso, voy a terminar con una oración que
San Francisco escribió, llamada el Saludo a la Bienaventurada Virgen María:
Salve, Señora,
santa Reina, santa Madre de Dios, María, virgen hecha iglesia,
y elegida por
el santísimo Padre de cielo,
consagrada por
El con su santísimo Hijo amado
y el Espíritu
Santo Paráclito;
Que tuvo y
tiene toda la plenitud de la gracia y todo bien!
Salve, palacio de Dios! Salve, tabernáculo de Dios!
Salve, casa de Dios! Salve, vestidura de Dios!
Salve, esclava
de Dios! Salve, Madre de Dios!
Salve, también,
todas ustedes, santas virtudes,
que por la
gracia e iluminación del Espíritu Santo,
son infundidas
en los corazones de los fieles,
para hacerlos,
de infieles, fieles a Dios!
¡Que la Madre de
Dios lleve a Ud. en sus brazos, cerca de su Inmaculado Corazón!
P. Ricardo, CFR
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