¡Felices
pascuas! ¡Cristo ha resucitado!
Leemos en
el capítulo 20 del evangelio de San Juan, que el discípulo preferido de
Jesús corría más rápido que Pedro y se le
adelanto’ al sepulcro. En esta santa
pascua de la resurrección del Señor corramos más aprisa también a la vida
futura.
Esta es la
misión escatológica de los religiosos en la iglesia. Nuestras vidas son señales de la vida
eterna. Corramos adelante en pensar en
el cuerpo glorificado, por ejemplo. Yo
pienso mucho en el cielo y en las físicas del cuerpo glorificado. Santo Tomas de Aquino dice que vamos a tener
el don de la “agilidad” para estar en cualquier lugar que deseamos
inmediatamente. Yo pienso que las
físicas del cuerpo glorificado van a incluir la habilidad de controlar todos
los electrones y protones en los átomos de nuestros cuerpos como ahora
controlamos nuestras manos. Solo son
especulaciones, pero recordamos que el Señor resucitado pasaba por las paredes
o puertas y que apareció a sus discípulos con disfraces.
Nos damos cuenta
que el cielo no es un espacio exactamente como un poco delante de la próxima
galaxia y doble a la derecha a la próxima estrella. Es una manera de estar con Dios sin el velo
que tenemos en esta vida. Es estar
unidos con El perfectamente, con el cumplimiento de todos nuestros buenos
deseos.
Entonces
que nuestros corazones y aun nuestras imaginaciones corran adelante en esta
vida con la esperanza en nuestro Señor que tiene la victoria sobre la muerte.
¡Cristo ha
resucitado! ¡En verdad ha resucitado!
P. Ricardo
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