Ser fraile es ser predicador del Evangelio, por acción y por palabra, especialmente a los que necesitan oírlo.
lunes, 9 de octubre de 2017
miércoles, 4 de octubre de 2017
lunes, 25 de septiembre de 2017
miércoles, 29 de marzo de 2017
Un Consejo de un Santo sobre el Discernimiento
Alguna vez, una hija espiritual de San Padre Pio le hizo una pregunta acerca del discernimiento de espíritus. El santo le contestó por medio de una carta el 25 de abril 1914 lo siguiente:
Me dices
que no puedes distinguir si los rayos de luz que aparecen a veces en
la profundidad de tu alma vienen de
Dios o de otros y que tienes
miedo a estar decepcionada en todo a
causa de tu egoísmo sutil.
He aquí
pues, las señales por las cuales
puedes saber si estos rayos de luz
vienen del Padre de toda luz.
Estas señales puedan ser reducidas
a tres.
La primera es que estas luces producen un conocimiento
de Dios aun más
admirable,
él que mientras revelándose
a nosotros, nos da un conocimiento más y más profunda de su
grandeza incomprensible. En fin, esta
luz nos conduce a amar a Dios
nuestro Padre más y más y a
aumentar los sacrificios que hacemos
por su honor y gloria.
La segunda señal es un entendimiento
más comprensivo de nosotros mismos, y una humildad
al pensar que tales criaturas
despreciadas puedan tener la
audacia a
ofenderlo y todavía mirarlo y tenderse hacia Él. La tercera señal
es
que estos rayos celestiales producen
en el alma un desprecio creciente
de todo lo que pertenece a esta
tierra, con la excepción de aquellas
cosas que puedan ser útiles por el siervo de Dios
Ahora
bien, si tales rayos de luz producen estos tres efectos en tu alma,
acéptalos como provenientes de Dios. Ni el Enemigo, mucho menos
nuestra propia imaginación puede producir estos efectos en el alma.
domingo, 5 de febrero de 2017
Hombres jóvenes siguen a Jesús en la Vida Consagrada
1 ¡He aquí
los nuevos postulantes!
Estos días celebramos muchas bendiciones del Señor.
El jueves fue la fiesta de la Presentación del niño Jesús en el Templo, y el día mundial de la vida consagrada. En este misterio meditamos como el Señor Jesucristo fue consagrado por la ofrenda de María y José en Jerusalén. También recordamos las palabras de Simeón, que Jesús iba a ser un signo de contradicción en el mundo. San Juan Pablo II dijo que ese signo de contradicción está escrito en los votos de los religiosos.
El mismo día, tuvimos la alegría de recibir 3 nuevo postulantes en nuestra comunidad.
Cristian es de La Libertad,
Honduras
Allam es de
Matagalpa, Nicaragua
Honduras
Allam es de
Matagalpa, Nicaragua
Es un nuevo comienzo para ellos y para nosotros frailes en Comayagua.
La palabra
“postulante” viene de la palabra Latina “postulare”, que quiere decir
“preguntar.” El postulado es un tiempo
para hacer muchas preguntas, grandes y pequeños, como “ ¿Que es tu voluntad
para mí, Señor?” o ¿Cómo puedo remover esta mancha en mi uniforme?” Cada uno de los postulantes recibió una
cruz para llevar sobre la camisa azul, porque encontramos la respuesta de las
preguntas más importantes en la cruz del Señor.
El próximo día
(viernes), nos hicimos peregrinos para caminar a la ermita de Nuestra Señora de
Suyapa, al otro lado de Comayagua para ofrecer el postulantado a ella. Celebramos la santa misa con la gente pobre
en ese barrio. “La Morenita” de Honduras
es evidencia de la humildad de Dios que derriba del trono a los poderosos y
enaltece a los humildes. Creo que en los
ojos de Dios este país de Honduras es muy querido por vivir en mucha fe y
humildad y todavía la protección de cada vida humana en el seno de la madre.
Favor de
recordar nuestros nuevos postulantes en sus oraciones.
Que el
Señor le dé la paz.
P. Ricardo, CFR, y los frailes en Comayagua.
lunes, 30 de enero de 2017
En el jardín de Dios hay muchas flores (Parte 11)
(Discerniendo una Vocación– Parte 11)
Cada comunidad
religiosa posee un carisma único. Es
el don del Espíritu Santo, dado a y por el fundador, que hace de la comunidad
algo especial y diferente, le da su identidad específica y señala una manera
única de seguir a Jesús y vivir el Evangelio.
Hay familias espirituales distintas de religiosos que demuestran
distintos carismas, características y espiritualidades. Por ejemplo hay la familia monástica
benedictina de San Benito y Santa Scolástica que destaca “oración y trabajo,”
la liturgia y separación del mundo. Hay
la familia dominicana de Santo Domingo, Santo Tomás de Aquino y Santa Catalina
de Siena que subraya el estudio y la contemplación y la predicación de “la
Verdad.” Hay la familia jesuita de San
Ignacio de Loyola que obra para “el mayor honor y gloria de Dios” y destaca la
obediencia absoluta. Hay la familia
carmelita de San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila y Santa Teresita de
Lisieux que se dedica a la oración contemplativa y la austeridad. Hay la familia de caridad de San Vicente de
Paúl y Santa Teresa de Calcutta que sirve y descubre la presencia especial de
Jesús entre los más pobres. Hay la
familia de maestros escolares de San Juan Don Bosco, Santa Ángela Merici, de
los Hermanos Maristas y Cristianos y otros que se dedica a la educación y
formación cristiana de jóvenes. Y por
fin, hay la familia franciscana de San Francisco y Santa Clara que se esfuerza
vivir el Evangelio sencillamente en pobreza, humildad, fraternidad y
menoridad. Si uno está discerniendo una
llamada a la vida religiosa, vale la pena examinar su corazón para hacer más
claro hacia exactamente qué tipo de vida se siente atraído: activa o
contemplativa; a qué tipo de apostolado; a qué estilo de vida; a qué tipo de
espiritualidad. Con estas preguntas así
un joven puede comprobar y comparar la llamada que el Señor ha puesto en su
corazón con la vida de comunidades
religiosas.
El proceso de
discernimiento es un proceso de descubrirme a mí mismo, a mi identidad
verdadera, a quien soy yo en Cristo, a quien soy llamado a ser. Se puede ver este proceso en la vida del
Apóstol Simón en el evangelio. En el
momento dramático en lo cual pudo, por una revelación especial del Padre, decir
que Jesús era “el Mesías, el Hijo de Dios vivo,” en este mismo momento Jesús
pudo revelar a Simón su nueva y verdadera identidad y su vocación mediante un
nombre nuevo: “Pedro,” la piedra sobre la cual Jesús edificaría su Iglesia (Mt
16, 13-20). Lo mismo con San Pablo. Cuando encontró a Jesús, en aquella visión deslumbrante,
encontró a sí mismo, y se llamó por otro nombre: “Pablo,” apóstol a los
gentiles, maestro de las naciones (véase Hech 9, 1-19. 22, 1-21. 26, 4-18; Gál
1, 15-16). Es un proceso de quitarnos
del “hombre viejo” y ponernos el “hombre nuevo” en Cristo (Efe 4, 22-24; Col 3,
9-10).
P. Heraldo José Brock, C.F.R.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)