viernes, 11 de diciembre de 2015

 LA CONSAGRACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE

(La Virgen de Guadalupe es la patrona de nuestra comunidad y tenemos la costumbre de renovar nuestra consagración a ella cada año.  Esta es la oración que usamos, si querría orar con nosotros).

Oh Virgen María, Señora de Guadalupe, Reina de los Ángeles y Madre de la Iglesia, bajo la cruz de tu Hijo Divino, fuimos confiados a tu cuidado maternal.  Por tu presencia ayudaste a la Iglesia naciente mientras que rogó y esperó el don del Espíritu Santo. Con esa misma devoción nos consagramos a tu Corazón Inmaculado este día y nos colocamos debajo del manto de tu santa protección.

Consagramos a ti nuestra vida de oración, de modo que puedas dirigirla al corazón de Dios, que nos mantengas en una disposición de confianza y recogimiento profundo y silencio interior.

Consagrarnos a ti el cumplimiento de nuestros votos, iluminados por tu virginidad perpetua de corazón y mente, en acuerdo con tu "sí" incondicional al anuncio de Dios. Que seamos verdaderamente pobres de hecho y de espíritu, como nuestro Santo Padre Francisco y nuestra Santa Madre Clara.

Consagramos a ti nuestra vida en comunidad: que pueda resonar con tu humildad, con servicio fraternal, con amor incondicional, como era tu familia con Jesús y San José en Nazaret.

Consagramos a ti nuestro trabajo y nuestro apostolado: especialmente nuestro trabajo con los pobres y los sin casa ni hogar. Que sea una intensa y espiritualmente provechosa cooperación del establecimiento del Reino de tu hijo Jesús en esta tierra. Dedicamos nuestra predicación y nuestro trabajo de sanar las divisiones a ti, la madre de todos los cristianos.

Consagramos a ti la totalidad de tu pequeña reforma, como San Francisco en la Porciúncula.  La ponemos a tus pies, de hecho en tu Corazón Inmaculado y Doloroso.

Oh María, nosotros vemos que tan imperfecto y débiles somos, pero al mismo tiempo estamos muy seguros colocándonos sin reservación alguna en tus manos, como perteneciendo totalmente a ti. Tú nos ayudarás a crecer como individuos y como comunidad. En este acto de consagración (que estamos renovando) queremos abrir de par en par las puertas de nuestros corazones y de nuestra fraternidad y decirte - es toda tuya, María.

Haz de nuestra familia espiritual una expresión nueva del carisma original y fresco de su antigua reforma Capuchina.  Santifícanos y llénanos de un amor radiante; concédenos corazones ardientes, puros y bondadosos. Envíanos nuevos hermanos y hermanas para que podamos seguir glorificando a Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y para aumentar la vitalidad de la Iglesia.

O María, tu eres nuestra esperanza, nuestra fuerza, la manera más segura y más rápida para crecer en la santidad.  Madre, somos tuyos y tú eres nuestra ahora y por siempre.  Amen.

¡Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de nuestra comunidad, ruega por nosotros!



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