El Pan Más
Deseado
Este año
una visita a un anciano enfermo me ayuda en entender mejor lo que significa la navidad.
Hace una
semana, alguien vino a nuestra puerta para pedir los sacramentos para su vecino
en condición grave. Fuimos al otro lado
de Comayagua, y encontramos el anciano en su cama, flaquísimo y muy débil pero alerto y
con ojos brillantes. Él me dijo que no había comido nada por tres
semanas por una enfermedad y los dolores del estómago. Después de confesarse y recibir la unción de
los enfermos, él quería comulgar. Después de rezar el Padre Nuestro, empecé a
abrir el pyx con el Santísimo y rezar
“Cordero de Dios….” Y inmediatamente este hombre empezó a esforzarse arriba en
su cama. Solo podía levantar su cabeza y
sus hombros un poco de la cama, pero el esfuerzo y el anhelo que él expresaba
en ese momento era más que un hombre saludable arrodillándose con su cara al
suelo. ¡Me apuré en rezar las palabras del rito para responder a su esfuerzo y
darle el Cuerpo de Cristo!
El deseo de
ese hombre para recibir la Santa Eucaristía me impactaba mucho. Aún más, pienso que ese encuentro sencillo
representa muy bien la realidad del misterio que celebramos en la navidad. Alejandro, el anciano enfermo en su cama,
representa nuestra humanidad – frágil, enferma, pero con anhelos grandes para
levantarnos a Dios. La realidad es que
no podemos levantarnos a Él. Solo
podemos unirnos con Él cuando Él se baja a nosotros.
La navidad
es un misterio eucarístico. El Señor
nació en Belén, que significa en hebreo “Casa del pan”. Los pastores Lo
encontraron en el pesebre. El pesebre
es un símbolo aún más claro que una mesa porque solo hay una cosa que
encontramos en un pesebre – la comida. El Salvador se bajó para ser nuestra
comida.
En la
capilla en Greccio, Italia, donde San Francisco empezó la costumbre de tener
réplicas de Belén para la navidad, con animales vivos, se puede celebrar la
misa con oraciones de la navidad cualquier día del año. Es verdad que la misa hace la navidad de
todos los días. San Buenaventura dijo
que cada misa tiene el mismo poder y gracia potencial que el nacimiento del
Señor. Cada misa nos invita dar
gracias por la humildad y misericordia de Dios, por la comunión con la
naturaleza divina que es posible porque el Hijo de Dios comparte nuestra
condición humana.
¡Que
glorifiquemos el Rey en el pesebre!
¡Feliz Navidad!
P. Ricardo,
CFR