Nuestro
Santo Patrón, San Serafín
Celebramos
el lunes, 12 de octubre, la fiesta de
San Serafín de Montegranario (1540-1604), el patrón de nuestro convento en
Comayagua, Honduras. Nos damos cuenta
que él no es muy conocido, entonces queremos
explicarles un poco de su vida.
Una razón que lo escogimos como
patrón de este convento es que él era un albañil pobre de una familia
pobre. Sus padres murieron muy jóvenes y
solo su hermano mayor lo cuidaba, y lo cuidaba con poco cariño. Su hermano le trataba más como un siervo, y
lo golpeaba si no trabajara tan rápido.
Pero una santa mujer le explicaba el evangelio y las vidas de algunos
padres santos del desierto. El corazón
del futuro santo inflamó con el deseo de hacer el mismo, y la santa mujer le dio
el consejo que él entrara a los
capuchinos.
San Serafín no sabía leer ni
escribir, pero escuchaba profundamente a la palabra de Dios, y muchos
predicadores lo buscaban para hacerle preguntas sobre las escrituras. No tenía muchas habilidades de trabajar, y
parece que el carecía una buena memoria.
Por ejemplo, una biografía dice que “cuando hace de cocinero, es
martirio para la comunidad: un día se olvida echar la sal en la olla, otro día
cada plato resulta un salero.” Por eso,
no tenía un oficio fijo en la comunidad y muchos se burlaban de él, en la calle
y aun entre sus hermanos. Pero el
aceptaba los insultos con mucha humildad y buen humor y tenía el hábito de decir
“¡O santito mío! ¡Dios te pague este favor que me haces!”
El Señor hacía muchos milagros por
San Serafín, tal vez más que por cualquier otro Capuchino, incluso San Padre
Pío. A su hermano mayor, que lo había
maltratado mucho en la juventud, él le sanó inmediatamente de todas sus heridas
por haber caído de un andamio. Hay
muchas historias de sanaciones, de multiplicación de comida, y de milagros con
peces y otros animales que lo obedecían. Se lo reveló el secreto de las gracias
milagrosas a otro fraile. El siempre
rezaba el rosario para los que le insultaban y decía “hágase según su voluntad”
a las adversidades. El Señor le reveló
que esto ganaba las respuestas positivas
y milagrosas a sus oraciones.
Él fue generoso con Dios en la
oración y la penitencia y generoso con su prójimo en las obras de caridad. Yo puedo testificar que el continua
en ayudarnos con su intercesión cuando necesitamos ayuda celestial. Estamos muy agradecidos a Dios por nuestros
santos hermanos y amigos.
San Serafín de Montegranario, ¡Ruega
por nosotros!
P. Ricardo, CFR
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