Lo Viejo y Lo
Nuevo
San Mateo, el primer nombre
que encontramos cuando abrimos el Nuevo Testamento, escribió unas palabras del
Señor que caracteriza su evangelio y también algo que esperamos para nuestra
comunidad de frailes. Dice “Todo escriba
que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una
casa que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas” (Mt 13:52).
Inspirado por el Espíritu
Santo, San Mateo mostraba la continuidad entre el Antiguo Testamento y el Nuevo
Testamento. Dijeron algunos padres de
la Iglesia que el nuevo está escondido en el antiguo y el antiguo está cumplido
en el nuevo.
Hay algo similar que ocurre
en las reformas franciscanas, como la de nosotros. Queremos captar la inspiración original de
nuestro fundador, San Francisco. Pero
también queremos traducir esta inspiración y carisma en sus raíces, con
entusiasmo y de manera auténtica, en el “idioma” de nuestro día. Queremos
seguir al Señor Jesucristo con un amor radical, en una continuidad dinámica con
la historia franciscana. Esto es el
reto de todas las reformas. Es lo que
significa nuestro nombre de “Frailes Franciscanos de la Renovación.”
Celebramos un ejemplo
extraordinario esta semana. Hoy (miércoles) es el memorial litúrgico de San Padre Pio de Pietrelcina. Él fue absorbido en un amor fuerte para el
Señor crucificado, como San Francisco, pero era un hombre de su tiempo y lugar
también, que fundó un hospital moderno.
Quiero decirles que yo le debo mi vocación a San
Padre Pio. Después de graduarme de la
universidad, estaba yo en las playas de Puerto Vallarta, México, en un ambiente
bien opuesto a la vida religiosa, leyendo una biografía de Padre Pio que fue
dado a mí por mi novia. Ya estaba pensando
en la vida franciscana, pero el testimonio de su vida era la inspiración que yo
necesitaba en eso momento para tomar el riesgo de entrar en la comunidad de los
Frailes en el Bronx. ¡Gracias a
Dios! Y gracias a ti, Padre Pio, por tu
amor generoso en imitar al Señor Jesucristo.
El Señor es el verdadero
tesoro que hace todas las cosas nuevas.
¡Que su santo nombre sea alabado y adorado, ahora y por siempre!
P. Ricardo, CFR
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