miércoles, 14 de diciembre de 2016

La Vida Consagrada (Discerniendo una Vocación - Parte 7)


Llamados al Discipulado Público a Cristo con la profesion de los tres votos religiosos

LA VIDA CONSAGRADA Y LA VIDA RELIGIOSA (Discerniendo una Vocación - Parte 7)


De hecho, el término “vida consagrada” se refiere a una categoría ancha de varios tipos de personas consagradas al servicio de Dios, por ejemplo: monjes, ermitaños, frailes, monjas, hermanas, vírgenes consagradas, miembros de sociedades de la vida apostólica e institutos seglares.  Pero el más común y más conocido tipo de la vida consagrada es la vida religiosa.


La vida religiosa se distingue por la profesión pública de los tres consejos evangélicos: la pobreza, la castidad y la obediencia.  Por la profesión de estos votos los religiosos imitan a Jesús en la manera más perfecta, consagrando todas las dimensiones de su vida a Él, y dan testimonio de Él, su reino, su Iglesia y la vida eterna al mundo.


San Pablo escribe a los Corintios: “nuestro Señor Jesucristo, que aunque era rico, por causa de ustedes se hizo pobre, para que mediante su pobreza ustedes llegaran a ser ricos” (2 Cor 8, 9).  “Se despojó” (Fil 2, 7) dice en otro lugar.  Jesús abrazó nuestra pobreza humana como parte de su misión redentora, hasta no tener donde recostar la cabeza (Mat 8, 20).  Jesús no se casó con nadie para poder dedicarse a la predicación del Reino de Dios y su ministerio entre la gente.  Así podía ofrecer su cuerpo castísimo al Padre en la cruz y a nosotros en la Sagrada Eucaristía.  Por fin, la gran preocupación de Jesús era siempre cumplir la voluntad de su Padre: “he bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la del que me envió” (Jn 6, 38).  Hacer la voluntad de su Padre era su alimento (Jn 4, 34).  “Se hizo obediente hasta la muerte” dice San Pablo (Fil 2, 8).

P. Heraldo José Brock, C.F.R.

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