martes, 27 de diciembre de 2016

Los Votos Religiosos (Discerniendo una Vocación - Parte 8)


Los tres nudos del cordón franciscano simbolizan los 3 votos religiosos: la castidad, la pobreza y la obediencia


Jesús invita ciertas personas a abrazar su misma forma de vida.  Dice al joven rico: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo.  Luego ven y sígueme” (Mt 19, 21); y manda a sus apóstoles: “No lleven nada para el camino” (Lc 9, 3).  El mismo Jesús aconseja celibato por causa del reino de los cielos para los que pueden aceptarlo (Mt 19, 12), y San Pablo urge los mismo (1 Co 7, 32-35).  Por fin, Jesús nos pide que probemos nuestro amor hacia con Él por nuestra obediencia: “Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos” (Jn 14, 15), y nos avisa que “No todo él que me dice: ‘Señor, Señor,’entrará en el reino de los cielos, sino solo él que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo” (Mt 7, 21).  Los votos consagran todas las dimensiones de la persona a Jesús y llegan a una intimidad y una unión muy profunda con Él.

Además, por los tres votos los religiosos llevan una misión.  Los votos ofrecen un desafío profético a los valores falsos del mundo, los ídolos que adoran el mundo: la riqueza, el placer y el poder.  La pobreza contradice el mundo en su deseo insaciable tener cada vez más cosas; la castidad contradice la lujuria de la carne que busca gratificación y placer sin compromiso ni respeto para la dignidad de personas; la obediencia contradice el diablo en su soberbia.
 
 

También los votos ponen los religiosos en solidaridad con los desamparados y los que sufren: los que viven en una pobreza esforzada a causa de falta de recursos, los que viven en la soledad sin compañero ni amigo, y los que viven debajo de opresión o tiranía o cualquier tipo de esclavitud.  Por eso, los votos hacen de los religiosos verdaderos profetas de Dios en el mundo.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

La Vida Consagrada (Discerniendo una Vocación - Parte 7)


Llamados al Discipulado Público a Cristo con la profesion de los tres votos religiosos

LA VIDA CONSAGRADA Y LA VIDA RELIGIOSA (Discerniendo una Vocación - Parte 7)


De hecho, el término “vida consagrada” se refiere a una categoría ancha de varios tipos de personas consagradas al servicio de Dios, por ejemplo: monjes, ermitaños, frailes, monjas, hermanas, vírgenes consagradas, miembros de sociedades de la vida apostólica e institutos seglares.  Pero el más común y más conocido tipo de la vida consagrada es la vida religiosa.


La vida religiosa se distingue por la profesión pública de los tres consejos evangélicos: la pobreza, la castidad y la obediencia.  Por la profesión de estos votos los religiosos imitan a Jesús en la manera más perfecta, consagrando todas las dimensiones de su vida a Él, y dan testimonio de Él, su reino, su Iglesia y la vida eterna al mundo.


San Pablo escribe a los Corintios: “nuestro Señor Jesucristo, que aunque era rico, por causa de ustedes se hizo pobre, para que mediante su pobreza ustedes llegaran a ser ricos” (2 Cor 8, 9).  “Se despojó” (Fil 2, 7) dice en otro lugar.  Jesús abrazó nuestra pobreza humana como parte de su misión redentora, hasta no tener donde recostar la cabeza (Mat 8, 20).  Jesús no se casó con nadie para poder dedicarse a la predicación del Reino de Dios y su ministerio entre la gente.  Así podía ofrecer su cuerpo castísimo al Padre en la cruz y a nosotros en la Sagrada Eucaristía.  Por fin, la gran preocupación de Jesús era siempre cumplir la voluntad de su Padre: “he bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la del que me envió” (Jn 6, 38).  Hacer la voluntad de su Padre era su alimento (Jn 4, 34).  “Se hizo obediente hasta la muerte” dice San Pablo (Fil 2, 8).

P. Heraldo José Brock, C.F.R.